En el artículo anterior indicábamos el importante papel que, desde la crisis del denominado Estado del Bienestar, juegan las empresas en el desarrollo social de las comunidades en las que actúa, siempre en colaboración con las Entidades No Lucrativas.
Por otro lado, estudios como los de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago, los de la Wharton School de la Universidad de Pennsylvania, los de ESADE o los de la Fundación Empresa y Sociedad, indican la valoración que, tanto los clientes como los inversores y demás grupos de interés para la empresa, dan a estas actuaciones solidarias.
La consecuencia inmediata es que la organización empresarial puede y debe aprovechar los esfuerzos realizados en este ámbito y sus resultados para, así, reforzar positivamente su imagen corporativa. No debe existir contradicción entre la labor solidaria realizada por una empresa y que beneficia a uno o varios colectivos desfavorecidos, y una adecuada política de comunicación que informe de los resultados obtenidos.
Las empresas, debido al papel protagonista que adquieren en este nuevo panorama del Mercado Social, al compromiso implícito que tienen con la Sociedad y a la exigencia de sus stakeholders, se empiezan a plantear la aplicación de los principios del Marketing Social a su propia estrategia de negocio como un elemento más, aunque quizás con una importancia superior al de los otros componentes de la misma.